
Autor: Pepito Mateo
Capa mole
Es posible que hayáis soñado en alguna ocasión con ser metamorfoseados en ratón y deslizaros de puntillas por un taller de narración oral, o introduciros en el corazón de un curso sobre el trabajo del cuentista y sentir nacer en vosotros ese gusto maravilloso por la narración y las historias o también intentar la escritura recurriendo a vuestra imaginación desenfrenada, o puede incluso que deseéis seguir los interrogantes febriles de un artista enfrentado a la transmisión de su propia práctica.
Si ese es vuestro caso, o sencillamente tenéis curiosidad, ¡no dudéis más! Pepito Mateo se propone conduciros instantáneamente a esa metamorfosis y os invita a mordisquear sin moderación de estas páginas nutricias. Ellas os harán caminar desde la puesta en boca de historias, hasta el trabajo de escritura destinada a la oralidad, pasando por los entresijos de un espectáculo.
Este libro es un pedazo de gruyere, los agujeros no faltan, son una llamada a la imaginación. Devorad lo que os parezca bien.
Veinte años de experiencia como formador y veinticinco años de escena han convencido al autor que el camino del artista puede identificarse en una práctica de aprendizaje y de investigación. Aquí ofrece a los lectores una reflexión teórica simple, jalonada de ejercicios prácticos y lúdicos a fín de que cada uno (amateurs, artistas profesionales o simplemente lectores apasionados) pueda encontrar, no recetas hechas, pero si estímulos y puertas abiertas a una practica del arte de contar en plena renovación.
el libro empieza así
Saquemos un hilo
El oficio de artista no se enseña. Incluso diría que el de narrador oral todavía menos puesto que se trata, ni más ni menos, de encontrar la palabra propia cultivando el arte de la relación con el público en directo; como interesar a alguien en una película que no ha visto, por ejemplo. Es necesario avanzar como Pulgarcito frente a las pruebas, con una especie de búsqueda-pregunta, creyendo obstinadamente en sí mismo. Debemos descubrir, haciendo camino, lo que es nuestro y lo que no se parece a lo de nadie… progresar de forma intermitente, con comprensiones intuitivas y descubrimientos inesperados. A menudo también picoteando en lo que nos gusta del jardín de otros, porque se avanza también por imitación. Es necesario negociar los cambios y caminos con la propia reflexión, el miedo, las audacias y con la propia palabra puesta en juego.
Así, cuando alguien llega a unas prácticas diciendo, “yo quiero ser narrador, como usted”, es conveniente ser prudente con la proyección que se hace sobre un espectáculo finalizado. El trabajo artístico es una alquimia compleja y misteriosa, muy difícil de transmitir. Y entonces, ¿qué herramientas es necesario forjar?: ¿el habla?, ¿la persuasión?, ¿el arte de soñar?, ¿la escucha?, ¿la voz?, ¿la comprensión de las historias?, ¿la improvisación?, ¿la mirada sobre la vida? Todo depende de lo que a nosotros nos parezca más importante. ¿Y por qué no todas las cosas a la vez? ¿Cómo avanzar en el bosque tupido del imaginario aplicado a la oralidad, sin perderse entre literatura, monólogo, teatro, discurso, etc.? ¿Cómo transcribir nuestra mirada sobre las cosas? Porque hay que relacionarlo todo y distinguirse. Contar es convertir en espectáculo una historia a partir de una visión personal, con lo que somos y sin red que nos salve. Es necesario hacer frente a la mirada de los otros (y para decir ¿qué?), dar voz a las imágenes y llevar de viaje a un grupo de anónimos espectadores hacia un país “solo conocido por nosotros”, pero visitado previamente en nuestro pequeño cine interior.
Por otro lado, lo que se enseña forzosamente es comprendido de maneras muy diferentes. Hay que tener en cuenta esos posibles malentendidos y hacerlos creativos. Volveremos más adelante sobre este tema.
A pesar de todas estas precauciones, la pedagogía del artista me interesa y he decidido intentar “describir” lo que yo hago desde hace 20 años y que me parece susceptible de ayudar a comenzar a los aprendices de narradores de todos los niveles, poniendo en forma de ejercicios sencillos algunas preguntas que ayuden a la búsqueda en este arte de las historias. Después cada uno podrá asimilarlos como quiera.
Desde mi punto de vista, la observación de los talleristas a lo largo de estos años no ha cesado de alimentar mi búsqueda artística (por otro lado no concibo la enseñanza de otra manera) y han sido sus preguntas y sus bloqueos los que me han hecho avanzar en mi reflexión.
Por otro lado, la oportunidad de encargarme de un curso en la Universidad de “Paris VIII-Saint Denis” durante numerosos años me ha permitido, paralelamente, experimentar un considerable trabajo sobre la narración con mucha gente, en una búsqueda sobre el monólogo teatral, y los puntos de contacto entre el teatro y el cuento. Tomé conciencia, por esta ida y vuelta, de la importancia del cuerpo en el acto de contar y del hecho de que la puesta en escena del juego de la palabra tenía que ser contemplada como una escritura oral en su complejidad. Partiendo de estos hechos, me esforcé por encontrar una dinámica de trabajo basada en la forma de hacer fructificar nuestras propias imágenes en este campo tan antiguo y al mismo tiempo tan nuevo del trabajo de los narradores, con relecturas de titiriteros, trovadores, monologistas y otros juglares como Dario Fo.
Sí, ya se lo que piensas, lector: la práctica empírica ante el público será, cualquiera que sea, la mejor de las formaciones. Tienes razón, pero yo dedico estas líneas a todos aquellos curiosos, aficionados o pro…, que desean reflexionar a esta misteriosa cuestión que es “saber” cómo contar.
De hecho, en esta forma totalmente personal de abordar la cuestión, no me detendré demasiado en la cuestión del repertorio. Después de todo, cada uno será responsable de sus propias elecciones en la materia y puede contar lo que le parezca bien. Incluso si la cuestión de fondo es esencial en lo que deseamos trasmitir, ya lo veremos. Yo me intereso más por los mecanismos de puesta en juego de la palabra, sabiendo que el arte de contar debe ser considerado como un “gesto” global, que compromete toda la persona, una manera de escribir oralmente apoyándose en la percepción de las imágenes y su traducción en el cuerpo, la voz, la mirada, el espacio y la relación con el auditorio. Serán pues, al lado de la teoría, ejercicios diversos, algunas veces tomados del entrenamiento de los actores y adaptados, o rehechos para la ocasión, pero la mayoría de las veces inventados y elaborados poco a poco, con arreglo a la dificultad planteada.
Pero siento, lector, que la paciencia tiene sus límites. Y es necesario que encuentre un medio, rápidamente, de ponerte en la piel de un tallerista, sin que te des cuenta, para hacerte seguir este viaje práctico más de cerca y sin peligro mientras continúas en tu sofá.
¡Mira! Para ayudarte a devorar estas páginas como un queso, y para darte la ilusión de estar en un taller, yo te propongo en este instante la metamorfosis en… ratón. ¡Atención! ¡Concéntrate! TRADERIDEQUÍ y la historia comienza aquí…